Poesía

@tambientusombra
Danzante

Nunca supe cómo hablarte
Cómo decirte las cosas que siento.
Tender puentes es un arte,
Y yo solo sé tejer momentos.
Tengo unas manos danzantes,
Palabras en movimiento
Que narran historias lejanas
(Que a veces ni yo comprendo).
Hilos de oro, hilos de plata,
Trama y urdimbre de un cuento
Que no tiene principio, narrador,
Conclusión ni fundamento.
Hazme solo una pregunta
(Pero que tiemblen los cielos):
Yo danzaré la respuesta,
Hasta encarnar lo que no puedo
Decir con palabras vanas:
Hasta encuerpar el silencio.

Mi Verdad

Ya no quiero estímulos:
Déjame cerrar la noche
Con el manto estrellado
De mis visiones.

Dentro mío tengo
Aquello que necesito:
Cierro los ojos, palpito,
Pauso las profundidades
De los mares, y bendigo
En silencio este tesoro.
Vale oro
Saber que conmigo alcanzo,
Saber que no hace falta tanto,
Que tengo más de lo que pensaba,
Que veo más de lo que veía:
Lo que sé, ya lo sabía,
Lo que soy, yo ya lo era,
Lo que tengo, lo tenía.
Antes huía
De la inmensidad.
Ahora estoy Presente
Para mi Verdad.

La Noche Es Oscura

La noche es oscura
Pero brilla la luna.
Brilla la luna
Porque sigue ardiendo el sol.
Sigue ardiendo el sol
Porque la vida persiste.
Persiste la vida
Porque hay Voluntad.

Todo eso: Voluntad,
Vida, Sol y Luna
No solo están afuera
Sino también dentro de mí.

Yendo de lo Mucho a lo Uno
Y de lo Uno otra vez a mí
Veo la escalera y comprendo
Que el Camino es uno, al fin.

Corrijo lo antes dicho:

La noche es oscura
Pero tengo Voluntad.

No eres poeta

No eres poeta:
Eres lisonjero.
No eres rey:
Eres pordiosero.
No eres mago:
Eres hechicero.
No eres santo:
Eres fariseo.

Te sorprende mi lengua
Te sorprende mi verbo
Olvidas que soy bruja
Y que todo lo veo.

La Poesía

Hay algo en la poesía:
No es solo la palabra,
El léxico o el diccionario,
Ni es solo la imagen
O la conjugación de imposibles.

Hay algo en el ritmo,
En la cadencia, la melodía;
Hay un pulso secreto que
Te amansa el mediodía,
Te mece como un río,
Te llena y te vacía,
Sostiene y te vacila,
Pendular, articular,
Oblicua, perpendicular,
Ondeante y ondulante,
Cadente y palpitante,
Guardiana del misterio
Celosa de sus velos
Amante de la danza
Entre el Ser
El Signo
Y el Tiempo.

Gratitud

Mi alma enteramente conmovida
Busca un rostro para darle las gracias
Pero ese rostro, ¿de quién es?
¿A quiénes van estas palabras?
¿Quién recibe este manantial?

No hay maestro ni doctrina
Ni dios ni Nombre santo
Que se atreva a adjudicarse
El sello indeleble de este amor.

Soy solo yo, vistiendo un cuerpo ,
Cubriendo un universo inalcanzable
Y todos los ríos de la sola Fuente
Que bañan esta experiencia terrenal.

Hija de la melancolía

Yo sé también que soy un limbo,
Un espejo negro de obsidiana,
Una luna rota en un aljibe,
Un punto perdido entre la trama
Del tiempo, fundida y confundida,
Centro hueco en la maraña
De sentidos, vagabunda
En tierras húmedas, extraña.

Sé que soy palabra enmudecida,
Mañana vacua, no nacida.
Desde niña, la más amada
Hija de la Melancolía.

Sacrilegio

Sí, es sacrilegio
Traer otros nombres
A ésto, innombrable.

Calcar otros mapas
En este territorio.
Verter aquí la lava
De otros volcanes.
Evocar la memoria
De otros paisajes,
Y aturdir con otras voces
Este reino
Impronunciable.

Sentencia

Ante tu río de palabras
Elevé puentes
Levanté murallas
Clausuré ventanas
Y conjuré en mi puerta
La sentencia más breve
Y poderosa del mundo:

No.

Razones

Podría darte
Mil razones
Para este adiós
Pero solamente
Daré una:

No entendiste
El regalo
De mi deseo.

Estrella del alba

¿De dónde eres?, me preguntó.
Soy del viento, de la tierra,
Del agua salada del mar.
Del mundo, de las estrellas,
Del vientre de la Humanidad.
Mi norte está en todas partes
– Es norte en cualquier lugar.
Mi hora es todas las horas:
Cada segundo, la eternidad.
Mi ojos miran al cielo,
Al infinito y más allá.
Arde en mi pecho este fuego:
Yo soy la estrella del alba.

Grave

Ahora lo sé:
Eres cosa seria.

Serio el gesto,
Grave el ceño,
Silencioso el acecho
Y la mirada.
De tu risa queda nada,
Del ligero andar de
Tus pasos,
Nada,
Del verbo flotante,
Nada, más que un borde afilado.
Está claro
Que entramos
En otro terreno:
Veneno.

Risa

Escuché tu risa
En el camino.
(En labios de otra mujer,
Todas las mujeres
Eres tú
Cuando ríes).

Luz

Un haz de luz
Hiende mi retina.
Cierro los ojos
Y en la oscuridad
Queda la herida.

Desierto olvidado

Fugaz y concluyente
Tu rostro, todos tus rostros.
Mi cuerpo te presiente:
Tu imagen se hace oro
Líquido en las venas,
Polvo entre las manos,
Húmeda y risueña
Guardo mis regalos
Para que cuando sea
El momento adecuado
Pueda decirte: mira,
Sé que aún es temprano
Pero mis ojos quieren
Fundirse en lo lejano
De tus noches, y brotar
En tu desierto olvidado.

Arena

Cuando mi cuerpo era de arena
No tenía identidad.
Me fragmentaba sin miedo
Para ir a cualquier lugar:
Volar con el viento en brújula,
Nadar en las aguas del mar.
Todo fractal era mío,
Pedacito de eternidad.
El uno era siempre el todo,
Y el todo, la verdad.

Luego cristalicé en Humano,
Ahora solo miro el mar.
La arena toca mi espalda
Y, a veces, puedo recordar.

Mirada

Fue solamente una mirada,
Un segundito de nada:
Te ví.
Una ráfaga de instante,
Un barrido mínimo:
Sentí.
Un parpadear de estrellita,
Un aleteo sincrónico:
Colibrí.

En ese punto, la vida.
En ese alfiler, la luz.
En ese contacto, el abismo
De saber quién eras tú.

¿Y quién eras? Un fantasma,
Una silueta clareada,
Solamente una mirada
Que se alzaba entre dos nadas:
Nada antes de ese instante
Y siempre nunca después, nada.

Poemas del 2011
Quiero

Quiero encontrar la libertad
Por este camino.

Quiero torcer el destino,
Que abrace mi deseo,
Que el “quiero” y el “debo”
Vivan en armonía
Sean la noche y el día
Que dan vida a los ciclos.

Quiero amanecer versando
Quiero anochecer cantando
Que sienta mi gente esto que siento
Cuando hago esto que hago.

Fundir la voluntad y las quimeras
Para que todo esto sea
Una fiesta en carnaval.

Sacar a bailar a la luna
Colgarme en sus hilos de plata
Ofrecerle mis pies en el agua
Fría del manantial.

Quiero los dientes blancos,
Quiero los labios rojos
Quiero el abismo negro de la carcajada.

Quiero la luz de tus ojos
Los rayos de rueda
El pozo profundo de tu mirada.

Dar en sacrificio
Cuando salga el sol
El latido-bullicio
De mi corazón.

 

 

Tepoztlán, 2011.

Domingo de Pascuas

Déjenme aquí: esta es mi hora.
Hoy la montaña me desprecia
Y prefiero la soledad.
Déjenme aquí: hoy es mi luna.
Nadie puede
Comprenderme mejor.

(Mientras los peregrinos
Van cuesta arriba
Buscando el camino
De la resurrección
Yo me deslizo
Sobre aguas serenas
Mis ojos se llenan
De denso vapor.)

Déjenme aquí: hoy busco el silencio
Ya no en las alturas
Sino en mi interior.
Déjenme aquí, estoy fragmentada
Y quiero plantearme
Mi nuevo ser yo.

 

 

Tepoztlán, Morelos, Mx. 2011.

Voces Lejanas

Pensé que serían los días más
Fructíferos para mis letras.
Se ve que no entiendo nada. A veces
Rescato palabras viejas
Guardadas en el olvido
Y desconozco las mujeres lejanas
Que hablan desde mis frases.
¿Cómo llegué a ser lo que he sido?
¿Cuándo dejé de serlo?
No es que aborrezca, claro,
El punto en el que estoy.
Al contrario, ahora comprendo
(otras) cosas que también importan.
Pero extraño la comunión conmigo
La soledad destemplada
Y el confesionario crudo.
En este trajinar de vida
Ya no encuentro esos momentos
Y cada vez que hurgo el pasado
Nostalgia me doy.

Despertar

Si esto es la vida, quiero estar para siempre acurrucada en ti.
Llenar mis pulmones del olor de tu piel,
Para que toda tu esencia viaje por mi sangre.
Correr desordenadamente por tu pelo
Inventando caminos con mi nariz y con mis manos
Besándote y pensando, qué raro lugar para besar,
Áspero e incordioso, tu cabello.
Dibujándote la cara con mis dedos:
“Aquí están las cejas, aquí está la boca”,
Y hacer que levantes el cuello, ronroneador.
La parte más bella del día es cuando estás despertando.
Me llamas desde las cavernas del sueño
Y acudo con toda mi realidad.
Te veo perdido en la orilla, luchando contra el desvelo
Y en silencio prometo ayudarte a caminar.
El tiempo se detiene justo en ese acto
El pulso late bajo, la frente se dispersa
Yo también cierro los ojos, te tomo de la mano
Y respiro de tu sueño mientras la vigilia llega.

En la hamaca

Los pájaros saltan
De rama en rama
Y mil flores rojas
Comienzan a reír

Pequeñas gotas
Casi imperceptibles
De sol y de azúcar
Caen sobre mí

Un hilo de plata
Ondula con el viento
Recorre su línea
Un brillo de luz

Lluvia de pétalos
Suave parpadeo
Siesta de verano
Hermosa tarde azul.

 

Tepoztlán, Mor. Mx 2011.

Mañanas en el bosque

Despierto sin ansiedad y sin urgencia
Total, tampoco tiene urgencia el sol
Solemne, alza su faz tras la montaña
Contorneándola con láminas de luz.

Poco a poco su dolor se asoma
Y es tan agradable, su dolor
Dilata mis ojos somnolientos
Cuando aún no tengo voz.

La montaña también se despereza
Haciendo gotear su largo sueño
Observo, antes que desaparezcan
Las breves cápsulas del duelo.

Un destello de luciérnaga
Tintinea hoy por la ventana
Rojo, azul, de nuevo rojo
¿Acaso con colores me llama?

¡Pequeña y fugaz forma divina
Capaz de hacer que recordara
Por qué amo este bosquecillo
Y la candidez de sus mañanas!

 

 

Tepoztlán, 2011.

Ellas

Es tiempo de mujeres fuertes
Los hombres están llorando
Se acabaron las carreras
De velocidad.

Es tiempo de mujeres sabias
Los hombres están callando
Después del grito queda
La reverberación.

Es tiempo de mujeres pequeñas
Los grandes están cayendo
Jalados por el peso
De la gravedad.

Fuerte, sabia y pequeña,
silenciosa y serena,
Oscura como la luna,
Blanca como la sal.

Triste, osada y hermosa,
Eterna mariposa
Va corriendo el velo
De la verdad.

 

 

Tepoztlán 2011.

Quietud

¡Cómo quisiera palpitar,
Arder de deseo
Por algo!

Sin embargo estoy aquí.
Atrapada en un cuerpo autómata.
(La niña duerme a mi lado, arrullada
Por el sonido de un televisor).

Pero la inspiración es muda.

La casa, vacía, parece viva,
Los objetos a punto de moverse.
(Una mancha de luz refleja en el vidrio
El rostro sombrío de la putrefacción).

Pero la inspiración es ciega.

¡Quietud de la noche, regálame algo!
¡Una lluvia de estrellas, un canto, un dolor!

Una luciérnaga
Un baño de luna
Un aullar de lobo
Un duende
Una flor.

Tepoztlán

Somos felices
Comprando cruces de pericón
En la plaza del mercado.
Viajando en camión
Por el camino de piedras
Siempre en subida
Donde cada casa
Recibe a San Miguel
Pintando las puertas
De amarillo naranja.
Esta vida simple
Esta probadita de pueblo
Este aire de festejo
Dominical
Este trajinar aldeano
De señitos y ñores,
Cuerpos del alma
De Tepoztlán.

 

 

2011.

Tristeza

Qué fácil caer en la melancolía.

Qué fácil olvidar las flores,
Los días soleados de otoño.

Qué fácil hundirse en la almohada,
Cerrar las ventanas,
Llenarse de lágrimas.

Sentirse ajeno al cuerpo,
Ajeno a la vida,
Las cosas mundanas.

Hoy la luz no me anima,
No siento alegría,
No amanece mi día.

Dejo que la tristeza me alcance
Tome control de mis manos
Hable y escriba.

Soy un testigo olvidado
Mirando aterrado
El pasar de la vida.

 

 

 

Tepoztlán, 2011.

Temporada Roja

Otoño, temporada roja
Del sol nippon
De las mandarinas
Del paso de la hora del hombre
A la hora de dios
De las cruces de pericón
De las flores de cempazúchil
De alguna lluvia
Equivocada
De las calaveras de muerto
Del pan y el hueso
De alguna lluvia
Despiadada.
Color de la carne seca
De la piel ahumeante
De la tierra negra
Doliente
Carne-tierra, hueso-piedra
Rojo, negro, incandescente.

Tepoztlán, 2011.

November Rain

A cántaros canta
November rain
Lluvia de pájaros
Ríos de calma
Nieve, neblina
Standard grey.

Y uno piensa,
Bien cobijado
Bajo el mantra-manta
Del ruidoso zaguán,
Qué tiempos aquellos
Que días los nuestros,
Qué épocas gloriosas
Las que se van
Qué lluvias pasaron
Por nuestro camino
Entonces, gracias,
Diluvio personal.

Cayeron hombres
Se ahogaron ilusiones
Naufragaron navíos
De amor y amistad,
Pero salieron a flote
Fantásticas sirenas
Con sus pechos llenos
De sol y coral.

Plena pluvia
Llora llanto
Gime gemas
Más y más
Nada nunca
Nunca nada
Lo que mata
Es la humedad.

 

 

Tepoztlán 2011.

Ríos

Estos ríos
Eléctricos
Que corren por mí
Dentro de mí
A través de mí
No sé a qué suenan
No sé qué piedras llevan
Palabras
En verso desconocido.

Estas aguas
Como caireles
De cristal caídos
Azotan mis mañanas
Deslavan mis riberas
Me llevan a un lugar
Del que no soy.

Y no hay resistencia
Posible.
No mando dentro mío.
No hay barcas,
Brujas ni timones
Brújulas ni timonel.

Sola estoy
Y a la deriva
En este magnífico
Terrorífico
Universo.

 

 

Tepoztlán, 2011.

Colores

Lo azul de mis venas
Lo rojo de mis arterias
No son más que variantes
De lo negro de mi alma
De lo negro de mi sombra
De lo negro de mis ojos
De lo oscuro del camino
De la noche inescrutable
Que me habita.
Azul más azul más azul
Da negro.
Rojo más rojo más rojo
También.
Negro más negro más negro
¿Qué da?

 

 

Tepoztlán, 2011.

A La Deriva

Aborrezco de mí, de esta intensa
Búsqueda por traspasar el límite.
¿Por qué no vivir una vida de paz
Lejos de tormentosas mareas?

Busco excusas para ahogarme
Cuerdas para descentrarme
Charcos donde pisar.

Ni todo el amor del mundo
Logrará aplacar la pena
De ser, más no encontrar.

Ni en el oscuro pozo
Ni en la clara mañana
Hallo silencio posible.

Cuando sola estoy, sollozo
Y si encuentro compañía
Me aturden las palabras.

En cada pisada encuentro penas
Y el camino no sé a dónde lleva
Pero me dejo guiar

Por una fuerza oculta, marchita,
Que de mí necesita
La intranquilidad.

¿Será este mi destino
Andar boyando entre aguas
Sin encontrar la Verdad?

En un barco viejo y roído
Alzo la bandera blanca
Y liviana de la paz.

Pero no hay quien me vea,
No hay quien me pueda
Rescatar.

 

 

 

 

Tepoztlán, 2011.

Poemas del 2010
Lunita

Como una presencia

Sentí su llamado

Era la luna

Estaba a mi lado.

 

Chiquita, colgando

Como cascarita

De dulce naranja

O lima, limita,

 

Tan sola en el cielo

Y yo en la ciudad

Mirando todita

Su soledad.

 

 

Tepoztlán, Morelos, MX, 2010.

Pulso Natural

Quizá sea este anochecer.

Quizás sea esta hora
La que me reclama
El rugido del viento
Imitando al mar
O las figuras chinas
En la ventana.

Ideas vuelan
Entre los árboles
Cortan
El espacio afilado
Flotan
Como espuma de mar.

Serenos.
Seremos.
Da igual:
No soy yo, es esta hora.

Imperio de los grillos,
Del punto suspensivo,
Sentencia de las copas
Tenue cavilar…

Memoria del vacío,
Vacío de las horas,
Lento parpadeo,
Señor universal…

El tiempo es una red
De telarañas.
Vacilo, y al fin caigo
En el pulso natural

Ingrávido destino
Etéreo contrapeso
Por un segundo logro
Ser la eternidad.

 

Tepoztlán, Morelos. MX 2010.

Inevitable

No sé si soy grande
O insignificante.
No sé si importa lo que digo,
Ésto que estoy diciendo,
Lo que tengo para decir.
No lo sé.
A veces,
Cuando la noche está así de quieta
Y mi alma se serena
Cuando al fin encuentro al tiempo
Y me enamoro de él,
Cuando logro suspenderme
En el filo de la luna
Y respiro profundo
Alerta de mí
Creo que no importa
Lo que piense de este mundo:
Al fin de cuentas todo
Acontecerá…

Insultando al cielo

Estoy insultando al cielo.
Eso pienso mientras
Veo pasar las nubes.

Yo atómica, acorazada
Ante la inmensidad de su mirada
Y aún así, insultándole.

Pequeña anche brava,
Distópica, fatalista,
Mala hija, egoísta,
Condescendiente de mí,

Virtuando mis problemas,
Creyéndome importante,
Llenando horas nuevas
Con fantasmas sin fin,

Yo, desmemoriada,
Olvido que hay un mundo
Olvido que hay más ojos,
Dolor del de verdad.

Y hay guerras, y hay la muerte:
Existe el mal,
Existe el mal,
Existe el mal.

Memoria de las cosas
Presto, ¡ven a mí!
¡Abre un hoyo en mi cabeza,
Que entre y salga el Universo!
¡Que fluya el río,
Que pase el viento,
Que cambien los colores
De este cielo, tiempo!

(No importa el iris
O la pupila
Sino el negativo
Y la impresión).

¡Ay de mí,
Sintiendo pena de mí,
Odio de mí,
Hartazgo de mí!

Mal sabor de boca
Mal portar de cuerpo
Mal cargar el alma
Mal gastar el tiempo

Y luego el cielo,
Bendito cielo,
Siempre ahí para
Consolar.

Y mi memoria,
Corta y mala memoria,
Para olvidar
Lo que ya sé.

Tepoztlán, Morelos, MX, 2010.

Adiós al sol

Me gusta que el sol
Me mire de frente
Por eso lo busco
En las últimas horas
De la tarde.

Cuando me levanto
El astro rey
No se deja ver:
No quiere,
Me hiere
Si lo desafío.

Sólo él puede
Tocarlo todo
Con sus dedos
Infinitos.

Por eso lo busco
En las últimas horas,
Subo lento a la montaña
Y en la cima lo despido.

– Adiós, Tata Inti.

Premiando mi esfuerzo
Él me regala
El cielo.

 

 

Tepoztlán, Mor. MX 2010

Mientras se cuecen las habas

Adoro estos pequeños
Paréntesis de poesía
Que se van abriendo
En la cotidianeidad.

Adoro buscar
Minutos chiquitos
Y hacer de ellos
Una eternidad.

(¿O no pasa eso
Cuando uno escribe?
Pronuncia para siempre
Los signos del azar).

Allá en la cocina
Arde el mundo todo
– Chilitos en el horno
Un sartén en stand by.

Mientras tanto abro un espacio
Y comienzo a caminar
Con los dedos, esperando,
Tac tic, tic tac.

(Cuando al fin el mundo llame
Con apática normalidad
Las manos que escribían
Volverán a trabajar).

 

Tepoztlán, 2010.

PROSA

En esta columna encontrarás cuentos y relatos en prosa.

Soñé con ella

Es claro que de frente no te diría estas cosas, por eso las escribo. Quizás aquí un día tú las descubras y te reconozcas.

Anoche soñé que pasábamos mucho tiempo abrazadas. Cosa rara pues no somos amigas cercanas y acaso ni siquiera amigas. Estábamos en el gimnasio de mi escuela de la infancia, el inmenso galpón que también hacía de centro de eventos y espectáculos. Algo de eso estaba pasando. Había más gente alrededor, un ambiente muy estudiantil y festivo (los festivales de escuela tienen ese aire, ese color, ese aroma ¡tan particular! Como de kermesse de pueblo). Pero nosotras no éramos estudiantes… O quizás sí, pero no éramos pequeñas. Éramos grandes, como ahora (aunque yo ahora no me siento grande, y quizás nunca me sienta así). En todo caso, éramos “altas”, no pequeñas. Estábamos paradas una al lado de la otra en el fondo del gimnasio, a unos metros de la pared y del banco largo que se apoyaba en la pared. ¿Había gente sentada en el banco? Probablemente sí.

Nosotras estábamos abrazadas de costado, como se abrazan las amigas, apoyándose la una en la otra. Mirábamos algo, comentábamos algo. En el sueño nos queríamos mucho. No usábamos uniforme, tú tenías un vestido color claro, yo no recuerdo qué.

En un momento giramos un poco hasta quedar enfrentadas y nos volvimos a abrazar, como se abrazan los amantes, los amigos, los familiares, los felices y los desdichados. Un ratito después yo me quise separar, no por desprecio sino porque me pareció que el tiempo había terminado. Me alejé unos centímetros (Diez? Veinte?) pero tu brazo seguía sobre mis hombros. Entonces me jalaste hacia tu cuerpo otra vez y yo hundí mi cara en tu cuello y en tu pelo negro.

Todavía siento el calor de tu pecho. Un olor a playa, a foto color sepia, sentí, y ese mismo aire que respiraba abrió una dimensión terracota frente a mis ojos cerrados. Pensé “qué bien se siente estar aquí”, y nos quedamos largo, largo rato.

Creo que nunca viví un abrazo tan extenso, real o imaginario. Quizás no tuvo fin, porque no recuerdo nada más. Nos fuimos a otro lugar, algo demasiado hermoso para quedar guardado en la consciencia.  Te quedas para siempre en mi desconocido.

Febrero 2011, Tepoztlán, Morelos, MX.

Bienquerer

Siempre hice lo que quise. Lo que pasa es que no siempre quise las mismas cosas. A veces quise cosas sólo para darme cuenta de que no eran para mí. O sea que, en ese sentido, el querer cosas incorrectas me ayudó a querer cosas correctas. En fin, que querer y hacer nunca fueron realmente problemas. Problema, lo que se dice un problema…quizás eso mismo: problema es saber querer.

Universo abrazable

Hace un rato se desató una tormenta de aquéllas. Repentinamente, un trueno de ultratumba dio la pauta y cabum, se unieron cielo y tierra en una ráfaga de gotas.

Yo estaba durmiendo, o dormida, y desperté. Tenía pensado descansar lo que hiciera falta y pensé que harían falta horas, pero me di cuenta de que sólo habían pasado minutos. Ya no pude cerrar los ojos. Me quedé escuchando la lluvia por la ventana y me puse a pensar en ti.

Quiero que sepas que, estés donde estés, yo te bendigo cada día con el primer y último pensamiento. Bendigo tu piel, tu voz, tus ojos y lo que de ellos se deriva: tus caricias, palabras y miradas. Bendigo tu existencia y la de todas las cosas que te rodean, sólo por el vínculo que trazan contigo o, más bien, que trazas con ellas. Bendigo hasta tus desventuras, porque te hacen ser tan humano (qué sería de mí si no lo fueras, qué podría hacer yo con un dios).

Hace unos días leí un pensamiento de Porchia, que decía “trátame como debes tratarme, no como merezco ser tratado”. Pues bien, en tu caso se hace difícil marcar la diferencia, porque yo te trato como debo, con toda la altura y capacidad de mi sentimiento, pero qué fácil se me hace siendo tú como eres, grande, inmenso en tu proyección, en acto y potencia. Universo abrazable, mi amor…

2011.

Otra Sonrisa

Hace días que lo vengo sintiendo. Tengo una sonrisa diferente. Y no es metáfora, sino algo concreto, corporal. O al menos eso creo. Todavía no me animé a mirarme a un espejo. Pero los músculos no mienten.

Es como si tuviera un par de pliegues más. Grandes surcos a los lados de la boca. Y una boca distinta también, más grande y más honda, no hacia adentro sino hacia abajo. Como si tuviera otra cara. O la cara de otra.

A veces hasta creo que me están por salir hoyuelos. Adoro los hoyuelos. Pocitos de felicidad. Donde se pueden arrojar monedas y pedir deseos. Donde se puede sacar agua bendita. Donde se puede uno refrescar. Adoraría.

(Hace días que lo vengo sintiendo. Comienzo a

desconocerme.)

Por eso me animé, hoy, al fin. Dejé lo que estaba haciendo, dejé el libro apoyado sobre la cama y me paré. Por un momento perdí de vista las ojotas, que estaban perdidas con su azul francia en medio de la selva estampada de la alfombra. Cuando las encontré, parecían más pequeñas que de costumbre. Como si fueran de otros pies.

(Comienzo a desconocerme).

Me las puse y caminé hacia la sala. Había como mil luces prendidas, exceso de información. Tomé un cuaderno y una birome, y regresé. Sin más demoras, comencé a tomar nota de mis transformaciones.

 

 

Tepoztlán 2011.

Rezo por mí

Algo está cambiando cada mañana. Algo está trayendo este otoño, algo más que días fríos, algo más que fuegos fatuos. Se llama melancolía, desazón o desencanto… No lo sé, pero es una pequeña gotita amarga que cae, redonda, sobre mis esperanzas. ¿O será que mis esperanzas no tienen razón de ser, ya, en este otoño, será que se volvieron desesperanzas y el desesperado no sabe reconocer el bien del mal?

Así me encuentro, pues, perdiendo la fe en el mundo, descreyendo y albergando frustraciones. Las esperanzas de hoy son las frustraciones del mañana. Mejor sería no soñar… Pero es el sueño de la noche, y no la vigilia del día, lo que te dice que estás vivo.

¿Qué me queda, entonces, sino rezar? Cruzo los dedos, mi piel está reseca y se forma un pliegue entre el dedo índice y el mayor. Si lo que tiene que ocurrir está fuera de mis manos, fuera de mi alcance y fuera de mi acción, sólo me queda ésa opción. Rezo pues, sin palabras y sin sentidos, rezo por mí.

Tepoztlán, 2010.