Inocencia, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer…

Sé que el poema original dice «Juventud, divino tesoro»… Pero, ¿a qué más puedo uno referirse, sin caer en lo obvio e inefable del mortal cuerpo? Yo pensé en la inocencia… La inocencia de la juventud. La veo irse volando por lo aires… Me quedo sentada mirándola. ¡Ya te vas para no volver…!

Este ha sido un inicio de año movido, intempestivo, huracanado.

Decidí venir a la Ciudad por una temporada de indefinida duración. Cambiar de aires, cambiar de ambiente…

  • Me duele la nariz por el aire contaminado. (¡No me quiero acostumbrar!)
  • La gente está muy ocupada en la ciudad. A veces se dificulta ver a los amigos.
  • El frío congela mis ganas de hacer ejercicio 🙁
  • Soy feliz yendo a la iglesia de Yogananda, Self Realization Fellowship.
  • Me hace bien re-conectar con la música y los amigos artistas aquí en la ciudad.

Estoy en ese paréntesis de nutrición previo a la acción. Antes de salir disparada hacia cualquier lugar, preciso orientar la flecha. Y para eso necesito pensar, para eso necesito sentir…

Desde el limbo revisitado, una vez más en esta vida, ¡tantas veces ya, a lo largo de innumerables vidas!, sigo confiando en el Creador y en su Plan.

Amén.