Hace poco le hackearon las cuentas de FB e IG a mi amigo Juan Carrizo y borraron todo su contenido, sin posibilidad de recuperación. BORRADA su identidad digital, por un hackeo random masivo, ¡con costos muy personales!

Porque hoy día se nos considera, legitima, valora y contrata según el número de seguidores, likes y views, hoy día se habla de «social proof» y de «social currency»… Pero entonces, cuando nos borran del mapa sin justificación y nos dejan sin IDENTIDAD DIGITAL, sin seguidores, sin las redes que hemos construido con tiempo y esfuerzo… ¿Quién nos respalda? ¿quién responde? Nadie. No hay ayuda, no hay a quién acudir, no hay interés – básicamente, te jodes (un poco como pasa con Spotify y la industria musical, vean este video para más info). Porque en las letras chiquitas del contrato dice: tu contenido, lo que piensas que es tuyo, en realidad le pertenece a la organización y pueden hacer con ello lo que quieran, incluso eliminarlo sin avisar. 

Esto nos pone a pensar en lo frágil que es esta construcción identitaria digital, en lo vulnerables que estamos frente a los que manejan «los hilos tras el velo», y en cuánto control tenemos realmente sobre nuestro contenido.

Hice un video al respecto que pueden ver aquí, pero para no dar demasiadas vueltas, lo que concluimos (en diversas charlas entre amigos) en concreto es:

– Volver al newsletter como forma de conectar con nuestra red.
– Volver a la página web para poder disponer con más libertad de nuestro contenido.
– Y lo más importante: aprender a jugar el juego de las redes sociales, sin ser jugados nosotros por ellas. 

Como en el juego mismo de la vida, en esta dimensión 3D y en la locura que parece ser a veces el mundo: aprender a jugar sin ser tragado por el juego, sin caer en la ilusión, en la trampa de la identificación.

Las redes pueden ser de dos tipos: las que nos sostienen para bien, o la que nos aprisionan y confunden para mal. (Recordando que la única moral a la que me refiero es ésta: «bueno»  es aquello que ayuda a nuestro despertar, «malo» es lo que atenta contra ello). Alimentemos las redes que nos nutren y sostienen. Estemos al acecho frente a las redes que nos distraen y confunden.

(Acecho en la concepción chamánica del término: estar alerta y consciente de las propias debilidades, pensamientos, elecciones: observarse a sí mismo…).